Comentario
Cómo después del ajuste fueron los rebeldes a Xaraguá, diciendo que iban a embarcarse en las dos naves que enviase el Almirante
Después de convenidas las cosas que se han dicho, volvieron Carvajal y Salamanca a Santo Domingo, y por su mediación firmó el Almirante los capítulos que le llevaron, a 21 de Noviembre, y concedió, de nuevo, seguro y licencia a los que no quisieran ir a Castilla con Roldán, prometiéndoles sueldo o vecindad en la isla, lo que más quisiesen, y que los otros pudiesen arreglar sus negocios libremente, como les agradara; cuyo despacho entregó Ballester el 24 de Noviembre a Roldán y los de su compañía, en la Concepción, y con esto emprendieron su camino hacia Xaraguá, para disponer las cosas de su ida, como se supo después; y aunque el Almirante, en cierto modo, reconocía tal malignidad y sentía el dolor de ver impedido el servicio del Adelantado en la continuación del descubrimiento de la tierra firme de Paria, y en ordenar la pesca y el rescate de las perlas, con darles aquellos navíos, no por esto no quiso dar motivo a que le culpasen los rebeldes de que les negaba el pasaje ofrecido, por lo cual empezó luego a disponer los navíos según estaba concertado, aunque su despacho se demoraba por la penuria de las cosas necesarias; para suplirlas y no perder más tiempo, mandó a Carvajal que fuese por tierra a Xaraguá, para que, mientras llegaban los navíos, tuviese dispuesta prontamente su partida, y el despacho de la gente, conforme a la amplia comisión que se le había dado. Luego resolvió ir sin tardanza a la Isabela, para visitar y asegurar la tierra, dejando a D. Diego su hermano en Santo Domingo, a fin de que proveyese lo que fuera necesario.
Así, después de su partida, salieron a fin de Enero las dos carabelas, proveídas de todo lo necesario, para recoger a los rebeldes; pero habiendo sobrevenido una gran tormenta, se vieron obligadas a permanecer en otro puerto hasta fin de Marzo; como la carabela Niña, que era una de ellas, estaba muy mal, y requería eficaz remedio, envió el Almirante a Pedro de Arana y a Francisco de Garay, con la otra, llamada Santa Cruz, a Xaraguá, en la cual, y no por tierra, fue después Carvajal; en este viaje tardó once días, y halló la otra carabela, llamada Santa Cruz, que esperaba allí.